5 de enero de 2014

El arte como mercancia

(...) nunca deploraremos bastante que parte del gran entusiasmo que parece inspirar hoy el arte no descanse sobre un sentimiento real y profundo. En una época democrática como la nuestra, los hombres aplauden aquello que es considerado lo mejor por la masa, sin atenerse a atender a su íntimo sentimiento. Se prefieren los objetos costosos a los de delicada factura, lo que está de moda a lo genuinamente bello. Al vulgo ilustrado o poco enterado le brindan un pasto más fácil de digerir las revistas ilustradas que los italianos del Renacimiento o los maestros del Ashikaga, a los que fingen admirar. El renombre del artista es para él más sustantivo que la calidad de la obra.
Kakuzo Okakura, El libro del té (1906)

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